Sigo dando vueltas en esa noria de cristal, con el vaho en las pestañas. Son demasiados días suspendida sobre el puente gris, bajo el temblor de tu sonrisa. Sóplale al mundo tu estupido final. Tirame sin más al precipicio de los cuentos rotos. No és más que una palabra más. Un sinfín de emociones inconexas que no quieres escuchar. Que ya lo sé, que no quiero entender que a veces no hay un porqué. Y gritaré al viento, sola, blanco y negro, travelling circular. Vuelve. Luego zoom, y una lagrima cayendo a cámara lenta. Yo aún espero un beso más. Unas manos desgarrando mil hojas ausentes. Tú ya hace más de un mes que saliste de la escena. Trozos de papel bajo la tormenta. Yo aún sigo en el mismo banco, bajo una lluvia de silencios, levantándome una y otra vez, para darte la espalda y no verte marchar. Desde el aire, un cuerpo acurrucado, desnudo, en el suelo. Para no ver “Fin” escrito en tu mirada. Un trozo frío de metal atravesando la carne. Y me dejo las entrañas cada vez que paseo sola por las calles, y me persiguen los recuerdos como lobos hambrientos. La piel de la espalda se estremece, desnuda, mientras la herida profunda, sangra. Pero no, esa pared blanca me tira al suelo de una patada y ya no tengo dónde huir. Sangre sobre gris, las gotas caen una tras otra. No, ya no quiero mi libertad.
11/05/2010
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